sábado, abril 25, 2009

Perdón señora, me regala un klínex?

Creo que la señora sentada a mi lado en el avión no entiende mis risas solitarias; creo que tampoco entiende por qué en el klínex que me regaló quedan pequeñas manchas negras y de colores cuando me limpio una y otra vez los ojos.

Unos cuantos días atrás iba para el Museo MASP y buscando entre mis cosas, apareció el papel donde Joao me había anotado su celular; recuerdo tener el papel en la mano y dudar entre llamarlo o no… Esa intuición rara visceral hizo que lo llamara… Lo invité a que me acompañara. A él lo conocí en Paraty, un pueblo colonial con unas playas paradisíacas increíbles entre Rio de Janeiro y Sao Paulo. Allá no alcanzamos a saber mucho el uno del otro, fue mi compañero de cuarto del hostal en los últimos dos días de mi visita. La noche antes de que yo partiera, nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común, y eso que no nos contamos que ambos nos gustaban los hombres; finalmente y con una cachaça en la mano, lo invité a Colombia y él me ofreció su compañía en mi siguiente parada, su ciudad natal y actual residencia, Sao Paulo.

¿Oi? Me contestó y yo en un español muy pausado lo saludé. Se alegró mucho de que lo hubiera llamado y aceptó mi invitación al museo. Una hora después y luego de casi perderme por estar mirando en el metro muchos cuerpos esculturales de brasileros más que ricos, me encontré con él en el museo y lo recorrimos pausadamente; me dio un tour increíble por la basta colección del museo; como era de esperar, un amante del arte conoce muy buenos datos de la colección de su ciudad natal.

Luego me invitó a recorrer el caótico centro de la ciudad donde también me soltó datos fascinantes. En una esquina, quedé encantado con un fausto edificio moderno; lelo, no pude hacer más que tomarle y tomarle fotos. Joao me contó que era uno de los emblemas de la ciudad, el edificio Copán de Oscar Niemeyer, uno de los más importantes arquitectos brasileros. Joao, como regalándole un dulce a un niño, me dijo, Sabes, en el piso 23 vive mi novio, acá tengo las llaves y él ahora está de viaje, quieres subir para que veas la panorámica desde allá? Sin ni siquiera pensarlo, yo ya estaba entrando en el lobby, dejando de lado que segundos antes me había contado que era gay y olvidando el riesgo que podía implicar estar con alguien completamente extraño en un lugar completamente desconocido. Quedé impresionado con todos los detalles modernos del edificio en su interior, la estructura, los corredores, los acabados… Era como estar repasando mis clases de historia de la arquitectura de la mano de mi queridísimo profesor Restrepo. Cuando entré al apartamento quedé realmente impresionado ¿Qué turista podía tener esta panorámica de Sao Paulo? ¿Cuál tan fácilmente ha entrado al edificio Copán?

Pero ahí no terminaron las sorpresas: Joao me hizo seguir a uno de los cuartos desde donde se veía todo el sur de Sao Paulo. De momento quedé impactado con la panorámica, pero de repente el brillo de algunas cosas y el contraste de muchos colores más que extravagantes, desviaron mi mirada de la pantalla de mi cámara, a lo que había en el cuarto. Un montón de pelucas con todos los peinados, miles de vestidos de lo más variopinta, zapatos de todos los materiales, botas de todos los largos, boas de plumas de todos los colores… No tuve que preguntar y Joao ya me estaba contando de la afición que compartía con su novio y hasta me estaba midiendo una peluca. Casualmente me puso una mona algo crespa y mis nervios desaparecieron cuando al mirarme al espejo me ví como Hedwig y ya empezaba a sentir más que una “pulga irritada”.

No se cómo hizo Joao pero me convenció para que me cambiara solo un poco. Él, como una dama del servicio del siglo XV fue lentamente buscando mi ajuar sin poder yo musitar palabra o hacer gesto alguno. Me dejé llevar y más en el momento en que al desvestirme, se dio cuenta de lo peludo que soy, o bueno, era... Me cogió de la mano y me arrastró al baño; con una afeitadora antigua, de una sola cuchilla, y un poco de crema de afeitar, empezó a rasurar con sumo cuidado todo mi cuerpo. Cuando ya no tenía un solo pelo en el pecho, ni en las axilas y absolutamente nada en los brazos, se dirigió casi sin esfuerzo a lo que hacía mucho ya lo estaba esperando abajo… Terminamos los dos en un mar de crema de afeitar, de pelos recién cortados y de sabores entre salados, amargos y a crema de afeitar. Creo que fue uno de los momentos más arrechantes de toda mi vida…

El ritual llegó a su fin cuando hizo algunas puntadas en mi vestido largo y pegó con mucho cuidado las pestañas postizas tanto en sus oscuros ojos como en los míos. No podía creer lo que estaba viendo frente al espejo, dos falsas mujeres que horas antes se ufanaban de su masculinidad. Me volteé hacia Joao y teniendo de testigo a la ciudad, le dí un beso buscando correr todo el maquillaje y probando por primera vez a que sabía un labial. No hicieron falta las risas, tampoco las fotos y luego de muchas cachaças y un leve retoque del maquillaje, cómo no podíamos recorrer en esas fachas la Avenida Paulista.

No recuerdo cuántos hombres me cogieron el culo, no recuerdo a cuántos besé, no recuerdo cuál fue el precio más alto que me ofrecieron, sólo recuerdo que se debe quitar el hijueputa maquillaje antes de dormir para que al día siguiente no te asustes cuando te veas en el espejo del baño mientras te pegas una orinada magistral!

Ahora de regreso a Bogotá, con mi cámara en mano, borro lentamente una a una las fotos de aquellos momentos que sólo deben quedarse como buenos recuerdos sin testigos ni cómplices secretos…

Notas al Pie

- Bueno, espero que haya sido del agrado de mis lectores esta saga de tres cuentos de lentejuelas y maquillaje sobre piel de hombre. Razones, ninguna, cosas que tenía guardadas, momentos que me tendieron la mano para escribir de todo ésto. Abril fue un mes creo que de algo de inspiración, depronto tuvo que ver eso de "transformación" en la Semana Santa, viejos tristes recuerdos, rumbas divertidas y algo de tiempo libre.

- A todos mis comentaristas, mil y mil gracias. Sus buenos comentarios son un motivo más para seguir incursionando en ese cómo (escribir, narrar, contar, divertir, etc...) para hacer que salgan de este sitio entre contentos, pensativos y hasta felices. Abrazos sinceros.

sábado, abril 11, 2009

Non, rien de rien, non, je ne regrette rien

- No me parece, no me gustó para nada la adaptación de la Reina Margot del Teatro Mladinsko, ni punto de comparación con Federico de hace dos años…
- ¿Pero por qué no? La adaptación fue riesgosa pero bien lograda, el recurso de los reflectores en medio de la pelea con Enrique fue más que emotivo, y Margot en ropa de dormir luego de verla con semejante vestuario, me pareció hasta cómico…

En medio de mi conversación con David, me di cuenta que estaba siendo algo antipático con Juan –uno de mis mejores amigos- y Miguel –levantico de Juan de hace ya varios días, que yo no conocía y que evidentemente era 20 años menor que él- porque primero, ellos no habían ido a la obra, segundo no les gustaba el teatro y tercero, al parecer no estaban en su ambiente (eso de cafés intelectualoides no era para ellos, póngales algo de música electrónica, un buen martini y un poco de conversaciones de moda y verán). Juan me llamó y no entendí por qué quería que nos viéramos en algún sitio cerca; supuestamente estaba con Miguel y no tenía por qué buscarme; seguramente algo pasó entre ellos y no quería estar solo. Nos vimos en un café en La Macarena, cerca al Jorge Eliécer Gaitán, donde fue la obra.

- Bueno y ¿ustedes qué? ¿Qué han hecho, qué van a hacer o mejor qué vamos a hacer? Esta noche está como para hacer algo sórdido ja!

Hablé buscando romper el hielo entre los cuatro, pero me extrañó la actitud de Miguel cuando me dijo No, no, no importa, sigan ustedes hablando, me parece super interesante cómo critican la obra, aunque no sé casi nada del tema, tus comentarios me parecen muy acertados… Quedé un poco perdido, no me había dado cuenta que a Miguel le interesaba mi conversación con David, pero Juan sí me hizo cara de pedo, y terminó diciendo Yo si estoy muy aburrido, si tu Miguel te quieres quedar con Sebastián y David oyéndolos montar el próximo Festival Iberoamericano de Teatro, allá tú.

Pagaron la cuenta y los cuatro salieron sin rumbo fijo. En el café dejaron las charlas culturales y empezaron a buscar cómo aprovecharse de la noche. En el carro de Juan no faltaron las risas luego de que casi en 20 minutos, se tomaron media de aguardiente Antioqueño. Miguel y Sebastián no lograban entender por qué ambos se sentían tan cómodos el uno con el otro, hablando, riendo, burlándose de Juan y de David.

Cómo putas hago para pedirle el teléfono o el mail a Sebastián sin que Juan se dé cuenta. Yo quiero seguir hablando con él, me parece tan interesante, tan churro, tan especial… pero momento, hay algo que no sé qué es, no logro descifrar qué es lo que me atrae realmente, puede que sea la mezcla de todo, hasta de los aguardientes, pero hay un algo que me lleva a gustarme tanto, que quiero hasta darle ya un beso…

Sebastián poco a poco entendió el lenguaje de Miguel y supo que le gustaba tanto como a él. Es un culicagado rico, se repetía en la cabeza. Le encantó todo su cuerpo, su cara, dejaba de lado un poco lo amanerado que era. Hasta le gustaba su bailadito…

-¿Sabes quién me pidió tu msn?
-¿Quién perris?
-Miguel, y ya se lo di.

Sentí un pequeño vació en el estómago que se incrementó cuando a los dos segundos, Miguel me pedía aceptarlo como contacto en mi msn. Dejé tirado a Juan y empecé a dejarme llevar por Miguel.

No se juraron amor eterno; tuvieron el mejor de los sexos; dejaron en claro que fuera de que se gustaron mucho físicamente, había un no sé qué que los impulsaba a más que desearse. Intentaron ser novios pero las diferencias de edad, de intelectualidad, de sentido de y para la vida, no permitieron que convivieran más de una noche. No pelearon cuando se separaron, solo dejaron en claro que aún no era su momento. Miguel siguió su camino por una senda completamente distinta a la de Sebastián, pero se mantenían unidos por un lazo más profundo que el que una llamada, una conversación por msn o un simple mail, podía establecer.

-Sebastián, te sigo amando, me haces mucha falta, y aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, aún te siento.
-Miguel, solo quiero que estés bien, que seas feliz, que seas tú.
-Lo he intentado pero alejado de todos y de todo, no sé si lo que estoy haciendo es lo correcto.
-Te extraño tanto, te sigo amando, recuerdo nuestra despedida y me debato estar entre arrecho y triste. Quiero verte, pon la cámara.

Miguel no quiso poner aquella vez, ni nunca la cámara. Tampoco quiso darle a Sebastián un teléfono para que lo llamara y escuchar solo unos segundos su voz. Cuando Miguel se le metía entre sueños, solo podía escribirle y a veces las respuestas lo confundían y entristecían enormemente: Si, estoy bien Sebastián, solo que anoche me pasé, me metí muchas líneas y no pude dormir; Si, estoy bien, solo que anoche me pegué un susto porque un tipo me persiguió en un calle muy oscura; Si, estoy bien, solo que anoche no pude parar de tomar pensando en vos…

-Viajo mañana, hago escala en Madrid y luego estoy allá.
-¿Pero por qué me avisas hasta ahora? ¡Hace más de dos meses que no hablábamos!
-¿Miguel, cuál es el problema? ¿No que entre los dos no se necesitaban las palabras?

Quedé muy confundido con la respuesta de Miguel. Habían pasado ya más de 10 años y seguía siendo el mismo niño de siempre. Muy estúpido pensar en que me iba a decir que ahora si podría ser el momento, en que me recibiría y de pronto podríamos empezar a construir ese algo que dejemos pendiente. Pero aparte de Miguel este viaje lo hago por mí, Estambul es una de las ciudades de mis sueños y Miguel no la va a arruinar… Solo espero poderlo ver y ya…

Sebastián se excusaba pendejamente, pero en el fondo sabía que el viaje era más que todo por Miguel. Ya tenía su dirección y en menos de un día estaría con él. Luego de muchas horas de viaje, de encontrar un hostal cómodo, de no entender muy bien el inglés turco, estaba parado en frente de la puerta del edificio de Miguel. Respiró profundo y timbró. Sebastián quedó completamente impresionado al ver a Miguel completamente escuálido, había perdido sus hermosos brazos, sus torneadas piernas y su figura esbelta. Solo en la cara, se reflejaba lo flaco que estaba por la forma en que se le marcaban los pómulos. Miguel lo abrazo y Sebastián notó hasta cómo había perdido de fuerza.

Puta qué le pasó a Miguel. Yo que me quería encontrar al niño ya grande, con el cuerpo de macho, con la fuerza de un titán, con la barba a lo turco… Además no soporto cómo está hablando, se le nota que se ha amanerado mucho más de lo que era; tanto sus gestos como sus ademanes son casi femeninos.

Solo bastó un raki para que Miguel se diera cuenta que Sebatián estaba más que extrañado. No fue necesario que intentara darle un beso porque sabía que Sebastián se lo iba a rechazar.

-¿Estás bien Miguel?
-Más que bien, ¿por qué lo dices?
-Te veo, completamente distinto, tu físico, tu cara… ¿qué se hizo tu barba, dónde están tus cejas pobladas, tus piernas y brazos fuertes?

Miguel no respondió, y con una leve sonrisa en la cara, cogió un lápiz y un papel rosa pequeño. Anotó Bar Barbahçe, calle Taksim con Sokak 12:00 pm. Miguel le dijo que tenía que salir, que se veían mañana en ese bar. Sebastián tampoco quiso indagar más, salió rápido del pequeño apartamento que estaba muy decorado para su gusto y que suponía que también lo estaba para el Miguel del que se había enamorado.

Sebastián llegó un poco más tarde de las doce, entró al bar y se dirigió directamente al show central. Reconoció casi al instante el acento colombiano y bien rolo detrás de un francés aprendido por obligación, las cejas depiladas que el día anterior lo habían atormentado, los muchos lunares de los brazos que había recorrido varias veces con su lengua del Miguel que se había enamorado en Bogotá y que ahora los distraían unos guantes de muselina negra que le llegaban hasta el codo; supo de quién eran esas piernas que ahora estaban estranguladas por unas botas baratas de cuero rojo que se extendían hasta casi la rodilla…

Miguel notó que Sebastián lo reconoció casi inmediatamente cuando entró al bar y dejó escapar algunas lágrimas cuando le dió la espalda y salió lentamente del lugar. Pero al no poder hacer ya nada más, se las secó suavemente para que no se le corriera el maquillaje, se acomodó el corsé fucsia y casi como gritando cantó nuevamente:


Non, rien de rien, non, je ne regrette rien
Ni le bien qu'on m'a fait, ni le mal
Tout ca m'est bien egal
Non, rien de rien, non, je ne regrette rien
C'est paye, balaye, oublie, je me fous du passe

Avec mes souvenirs j'ai allume le feu
Mes shagrins, mes plaisirs,
Je n'ai plus besoin d'eux
Balaye les amours avec leurs tremolos
Balaye pour toujours
Je reparas a Zero

miércoles, abril 08, 2009

Apúrale Bárbara que llegó el taxi

¡Mucho hijuepueta el flaco ese! Fuera de que te dejó esos dos moretones hediondos te ha tocado gastar más base y polvos para disimularos siquiera un poquito. ¡Mucho hijueputa! Todavía hasta tienes un poco hinchada la cara de semejantes golpes que te metió el borracho ese. Pero que te importe un culo, ya va a ver a quién te vas a conseguir esta noche para que lo busques y lo levantes a pata; imposible si no con la peluca que te compraste, la pinta que te prestó la Marga, los tacones que te le robaste al Jose del vestier de Theatrón, bueno, no te los robaste porque no eres ladrona, esa fue la liquidación y las prestaciones que te debían y nunca te quisieron pagar después de tanto tiempo de sacrificio y entrega… Perros esos… Ay pero eso si acuérdate cómo entraste allá, como una reina, la más diva de Dragstar. ¿Te acuerdas cómo te miraban todos esos machos cuando al final del show estabas con Don Antony en el lobby? Si Bárbara, te miraban porque eras la más linda de la noche, la más mujer, aunque te costó sudor y lágrimas. Moviste cielo y tierra para que Don Antony te aceptara en el show de esa noche, te regalaste por dos pesos para que te dejaran subir a esa gran tarima que deseabas desde hace mucho tiempo, te tocó aguantar todos los insultos y las humillaciones del Jose y de tus compañeras cuando se dieron cuenta que te tocaba depilarte con jabón y cuchilla y te tocaba usar maquillaje del barato, ni siquiera Evel… Para qué seguir acordándote de todo eso si lo importante fue que llegaste e impactaste, la noche fue tuya, todos quedaron admirados por tu belleza natural, por tus delgados brazos, tu fina cintura, tus mandíbulas levemente notorias y tu habilidad de esconderte la verga; los dejaste a todos boquiabiertos. ¿Te acuerdas cómo te emocionaste cuando Don Antony te empezó a presentar a todos sus clientes estrella? Una variedad de la que te daba miedo y querías instantáneamente olvidar, pero que en unos cuantos fines de semana de locura, eran tus mejores anfitriones y hasta mecenas… Pero de él si no te olvidas, no? Lo recuerdas perfectamente cuando desde lejos tímidamente te miraba y le daba pena acercarse. Recuerdas cómo su amigo se saludó con Don Antony y tú notaste que hablaban de vos. Tú sólo querías que se acercaran a saludarte y finalmente lo hicieron. No recuerdas su nombre pero cada uno de sus rasgos lo tienes grabado. Te encantó cuando él, un poco borracho, te dijo que te iba a ayudar a buscar un mejor puesto, que te quería sacar de inspector de obra y ascender hasta casi asistente ambiental en una de sus obras; y tú te ilusionaste, tú creíste que le gustabas, que cuando te viera sin tacos y falda iba a quedar enamorado. Pudo más el alcohol y te aprovechaste de él esa noche, te lo llevaste casi arrastras al laberinto de Lottus y te lo rumbiaste, te supo a gloria, te supo a clase, te supo a hombre. Tus lágrimas fueron pocas pero dolorosas cuando lo llamaste el lunes siguiente y él no sabía con quien hablaba luego de que te presentaste sin tu nombre artístico; casi se te sale el Bárbara pero menos mal decidiste colgar antes. Te lo encontraste después, en Theatrón, en la calle, en una obra, con sus papás, y sabías que algo le tenías que mover porque lo veías en sus ojos… Solo seguiste robándole besos, pasándole la mano por donde no debería pasar, mirándolo fijamente mientras le decías que estaba muy churro, pero teniendo muy claro que a él con esta vida tuya, no lo podías tener. Algún día Bárbara, algún día, cuando dejes descansar estos tacos en el closet y te dediques a buscar sin tus pelucas y maquillaje al hombre que te debe acompañar, seguramente lo conseguirás, porque bien lo sabes, acá en este Bogotá que se cree ser la capital gay, la cuna de la libertad, aún te apalean por estar caminando por ahí como te gusta ser y estar. Mírate cómo te dejaron no más, mírate cómo putas te volvieron porque te topaste a un hijueputa borracho cuando antes de coger un taxi te quisiste fumar un cigarrillo como toda una señorita de bien caminado por la Carrera 15.

En esas, suena el timbre de la casa de Bárbara; ella guarda en su cartera el rubor, el delineador y el labial carmesí. Se echa un condón dentro de las medias veladas, apaga los bombillos de 20 wats que rodean el espejo de su tocador y sale corriendo a coger el taxi que la está esperando.

martes, abril 07, 2009

La Séptima de música y sexo

- ¿Entonces qué, en dónde nos vemos? ¿o tampoco hoy nos vamos a ver? ¡Increíble que tengamos que estar viajando para que nos encontremos!

Hacía más de 6 meses que Federico y Juan Carlos no se encontraban. Ambos viven en Bogotá pero por sus múltiples ocupaciones, rara vez se hablan y muy de vez en cuando se ven. Las casualidades los han juntado en despedidas de viejos amigos, en matrimonios farsantes, en rumbas imprevistas y en viajes inesperados. La última vez, se encontraron en una esquina de Palermo Soho en Buenos Aires, cuando uno buscaba un restaurante vegetariano y el otro, no encontraba la dirección de un sauna gay. Luego de varios abrazos, de intrigas resueltas y de muchas risas, adivinen para dónde se fueron juntos.

Esta vez sí se encontraron en Bogotá; decidieron caminar por toda la Séptima, desde el parque de los hippies hasta un pequeño restaurante vegetariano que hace poco abrieron en la Calle 43. El ruido de la gran congestión de carros, de las miles de melodías de los muchos bares y locales que se ofrecen como putas libertinas en sus dos costados –que como aquellas son de una variedad tan divertida ya que se puede oír desde un tango arrabalero, un son cubano, una balada despechante, un trans folclórico o un vallenato cantado con acento rolo-, el taconeo de las niñas universitarias que se creen bien vestidas y el algo confuso dialecto de punks deprimentes, los acompañaron mientras rememoraban sus escasas anécdotas juntas.

- ¿Oye Juan y tu qué, con quién andas saliendo?
- Con nadie, como siempre, con nadie; ¿y tú?
- Andaba disque saliendo, con un man que me atraía mucho, me divertía y me acompañaba, pero pues tu sabes que estoy en la onda cero compromiso.
- Uy si, después de todo lo que me contaste, como tenaz.
- Pues sí y no, pero para qué buscar un compromiso?
- Entonces quiere decir que esta noche es de hombres uju!
- Pues no sé, no ando saliendo a sitios, estoy jarto de ese ambiente…
- Ay Fede, no seas tan aburrido ala, vamos a no sé… A Lottus!
- No mijo, que jartera, a ver las mismas en lo mismo.
- Eh, pero cómo te han pegado los años.
- Tampoco, tampoco. Tengo ganas como de chochales, vamos y nos reímos un rato?

Empezaron su recorrido por la gran zona gay chapineruna, donde se consiguen sitios de todos los estratos, cualidad sonoras y disponibilidad de carnes. Ambos hacía mucho tiempo que no hacían el tour chochales y en cada uno de los pasos (como un vía crucis, ya que estamos en eso de la semana mayor) recordaban sus tempranas aventuras gay acompañados de la mano de Cristian, mejor amigo de ambos que lastimosamente ya no está.

Ya cansados terminaron en una disco donde pudieron bajar los niveles de alcohol bailando una que otra canción de moda en un repertorio crossover más que obvio. Se sentaron porque se sentían más que observados por todo el mundo, posiblemente porque su especie no pertenecía a esa familia o simplemente por las carcajadas que pegaban casi sin sentido. El sofá largo era el lugar de reposo de la fauna más variada…

- Fede mira, mira, ese tipo está una delicia y parece que nos está mirando.
- ¿Cuál, el que está con esa vieja como churra?
- Si, si…
- No tienen cara de maricas, ni pinta de este sitio…

En esas, la vieja se para y les dice con acento costeño, Aja dos parejas solas, de buen ambiente, no sería mejor armar un buen combo? Y pues sin pensarlo, Juan se paró y se sentó al lado del que ya suponíamos, costeño. Luego de las debidas presentaciones, todos se dieron cuenta que voluntariamente estaban en el lugar equivocado.

- Bueno, Juan y yo tenemos la excusa de sar gays y de estar en tour de chochales. Pero ustedes?
- A pues un amigo nos recomendó este sitio para bailar.

Juan y Fede se miraron con cara de AJA.

Luego de unas cuentas palabras y mucho más alcohol, los cuatro se pararon a seguir riendo y bailando canciones que usualmente repelían. No fueron necesarios más de tres “coqueteos” de otros lugareños para que Manu (el costeño) pasara suavemente todo su brazo por la espalda de Federico y empezara a marcar su territorio. Juan, obviamente le hizo cara a su amigo de ERA MÍO.

- Usted está bailando solo conmigo churro rolito.

Federico quedó choqueado y confirmó que los costeños no solo querían bailar, o bueno por lo menos Manu. Ya declarado heteroabierto frente a los ojos de Juan y Federico, los besos no se hicieron esperar, las manos traviesas tampoco. Federico, que usualmente no aceptaba besos y caricias de una noche (mucho menos sexo), se dejó llevar por la corriente por el solo hecho de saber que lo estaba haciendo con un heteroabierto que secretamente le confesó que era uno de los pocos hombres que había besado en la vida. Le arrechaba mucho pensar en que había tentado y provocado a un heteroabierto, de tal forma que le asustaba pensar dónde iba a terminar todo.

La compañera de Manu y Juan, se sentaron y siguieron riéndose de todo el mundo y discretamente les dieron espacio a sus amigos para jugar con sus instintos carnales.

Media hora más tarde estaban dejando a la amiga de Manu, y en un taxi lleno de sopor, se dirigían al apartamento de él a ver qué pasaba. Federico le dijo a Juan que lo acompañara, que no lo dejara solo, que él no solía hacer eso, y Juan no paraba de decir que aprovechara, que qué delicia de tipo y más sabiendo que tenía sus dudas.

Entre los muchos besos Juan desapareció, y Federico y Manu quedaron completamente solos con todo su morbo. Federico le encantaba lo macho que era Manu y se dejó llevar hasta el punto en el que le dijo que lo quería penetrar. Federico dijo que no, que si quería penetración, él era el que penetraba. Manu se sintió algo intimidado y más cuando supuestamente era la primera vez que estaba con otro tipo. Sin decir nada, Federico empezó a jugar con su mano y lentamente todo estaba concentrado en ese punto donde supuestamente la hombría se ve cuestionada. Manu cogía fuertemente la mano de Federico, pero éste no le importaba y hasta con movimientos muy bruscos y fuertes, seguía intentando. Mas pudo el calor del momento y Manu cedió, Federico pasó de las manos a lengua y luego a provocarlo con la entrada de su grandiosa punta. Manu boca abajo miraba de reojo a Federico, no decía nada, pero se le notaba lo confundido que estaba. Federico sin pensarlo se la metió toda de una y Manu solo pudo resistirla y gritar porque se debatía en estar completamente extasiado y subyugado.

Al terminar, Manu le dijo a Federico que se quedara, pero él, que finalmente había probado lo que era sexo de una noche, no podía más que partir. Mientras Manu se limpiaba en el baño, Federico se acercó lentamente a un corcho donde había muchas fotografías. Manu estaba en casi todas, con una vieja, abrazados, besándose; había cartas, notas cursis y pendejas; corazones y postales… Cogió rápidamente su celular, le sacó de la billetera la tarjeta de presentación que le había regalado y sin que Manu se diera cuenta, salió del edificio.

Frente a la entrada del edificio, sobre la séptima con Calle 50, pasó fuertemente sus manos por la cara, se acomodó el pelo y siguiendo los acordes de una canción neofunk de un bar cercano -que casualmente era uno de sus sitios favoritos cuando estaba en la universidad-, entró y quiso olvidar todo con una ginebra más que pura.