domingo, junio 28, 2009

¿Cuál Orgullo?

Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas.

Si circunscribimos al Orgullo en un grupo con el que buscamos crear una identidad, es necesario llegar a desmenuzar la idea para saber si el término es el correcto a utilizar. Si el grupo busca una identidad teniendo como principio común únicamente el género es absurdo que se conciba al Orgullo en la situación. En el caso particular de la comunidad gay, no es lógico pensar que nosotros, como integrantes de ese grupo, podamos “sentirnos orgullosos” por el solo hecho de cumplir con la clasificación de género. Es una idea completamente superficial expresar “me siento orgulloso DE (no POR) ser gay” porque la frase generaliza un mundo tan contradictorio en el que por lo menos yo no me siento parte fuera de incluirme en la clasificación de género ya mencionada.

Si se hace el análisis con una mirada mucho más específica puede que algunos le encuentren cabida al Orgullo o se sientan orgullosos por pertenecer a una comunidad o grupo que incluya entre sus “principios” ufanarse por el hecho de sesgarse con la idea gay. Las personas que lo hacen posiblemente buscan refugiarse en ello porque no tienen más motivos para alimentar su ego o porque no tienen otras razones para lograr una identidad aparte de lo que le puede ofrecer cierta comunidad o grupo.

No quiero dar a entender que no soy parte de una comunidad o grupo, o que me da escozor ser parte de ese juego. El humano, por naturaleza, busca siempre, como principio de organización básica, la asociación. No estoy aparte de ello porque reconozco que, en muchos casos, beneficios y ventajas pueden darse. Pero no me siento orgulloso de pertenecer a, o de ser parte de. Cómo creen que me voy a sentir orgulloso de pertenecer al gremio ingenieril cuando he conocido que el ejercicio de algunos integrantes no es correcto; cómo creen que me voy a sentir orgulloso de pertenecer al grupo de Amigos del Museo Nacional cuando algunos lo hacen solo porque es “cool” y sienten que ganan unos cuantos puntos de intelectualidad; cómo creen que me voy a sentir orgulloso de pertenecer a la comunidad gay cuando muchos de sus integrantes osan creerse superiores o mejores a todo el mundo porque supuestamente se consideran distintos; cómo creen que me voy a sentir orgulloso de pertenecer a un grupo bloguero cuando veo cómo se pisotea el respeto y la libertad tal como últimamente lo hemos visto por estos lares donde todos pregonamos una supuesta tolerancia disfrazada de una farsa democracia.

Me siento orgulloso por lo que soy, por lo que he hecho y por como actúo. El ser gay, el ser ingeniero, el ser rolo, el ser fanático de Björk, el ser seguidor de Kundera, el que admire a Klimt, el que me guste el chontaduro con tinto, el estar enamorado, el buscar la felicidad, puede que haya contribuido en ese orgullo propio e íntimo, pero no hace clasificarme en ninguna categoría que permita de por sí sentirme orgulloso. Es un todo sistémico, no una idealización siguiendo una generalización basada en características que pueden rayar en el absurdo.

Pueda que las marchas o manifestaciones que en este momento se estén haciendo, creen un eco en otras comunidades o grupos donde pueda que se tejan nuevas relaciones de poder, pero a mi parecer, es otra forma más de discriminación; además, mi nivel de tolerancia no da para soportar a alguien que te regala una sonrisa, te muestra una cara y al segundo se voltea, se quita la máscara y destila todo su veneno en formas que van desde el irrespeto, la fantochería, la egolatría sin fundamento, el delirio de diva, la superficialidad… Se ha perdido la esencia de esta marcha, se cambió la conmemoración -que seguramente muchos no recuerdan o tienen idea- por un desfile que muestra la peor de las caras de la comunidad gay.

Prefiero seguir en mi mundo automonárquico absolutista que estar buscando orgullos disfrazados en formas y actuares no correspondientes.

jueves, junio 25, 2009

Un suspiro que no lo pudo ser

Lentamente fue quitándole su bufanda de sus ojos, sí, aquella que le entregó días antes a su amiga, a muchos kilómetros de distancia. Con ella se había encontrado tan solo media hora atrás para entregarle un gran paquete que aquel hombre que había empezado a amar, le había enviado; sorpresivamente, ella le pidió que la acompañara a un pequeño restaurante acogedor, donde él no tenía la menor idea de lo que iba a ocurrir.

Cuando la bufanda dejó ver sus pequeños ojos escondidos, sus párpados acompañaron una expresión de alegría infinita. Era su hombre quien de repente estaba ahora sentado en frente suyo. Miró hacia todos los lados buscándola a ella, intentando descifrar qué estaba pasando. Al frente de él, estaba su hombre, reconociendo todas sus expresiones, deseando sus lágrimas, cogiéndole suavemente la mano. Él entendió qué era ser feliz mirándolo a los ojos, evitando todas las palabras, descubriendo su ser real, esculcando en su mirada y encontrando que todo lo que se dijeron durante mucho tiempo, en la distancia, era real.

Se conocieron hacía más de 6 meses. Una correspondencia ininterrumpida fue la consecuencia de haberse gustado por sus letras. Extrañas tergiversaciones del destino permitieron que se conocieran íntimamente antes de lo esperado y mucho antes de lo que cada uno suponía.

Los dos, ya en una actitud más que conformista, nunca pensaron que tan de repente iban nuevamente a encontrarse con ese alguien que les cuestionara lo que para en ese momento era una pareja, una relación o simplemente el amor. Se sorprendían cuando al reflejarse en un espejo, se daban cuenta de todo lo que habían hecho en tan corto tiempo el uno por el otro. No se habían regalado relojes ni esferos caros; tampoco ropas ó enceres fantoches; mucho menos chocolates Delafee ó rosas de Don Eloy. Solo palabras, envueltas en canciones y amarradas con poemas en los que seguramente se escondía un poco de corazón, que fácilmente era descubierto por cualquier de la mirada perspicaz de los dos.

Él se levantó de la mesa, lo abrazo tan fuerte y por tanto tiempo que la gente del restaurante, un tanto extrañada, dejó de hablar; un silencio sepulcral se apoderó del lugar. Le dio un beso en la boca y cuando nuevamente lo abrazó supo por fin, qué era un suspiro real.

lunes, junio 01, 2009

¿Cuál sistema?

Gustavo miraba insistentemente su celular para saber cuántos minutos le quedaban para que la llamada que debía hacer para posponer la cita, estuviera en un rango de decencia formal sin rayar en el irrespeto. Cosa que detesta es que le cancelen una cita faltando 5 o 10 minutos.

El tiempo límite llegó; faltaban 30 minutos para las 4 de la tarde y aún debía recorrer casi 50 cuadras en medio de un trancón descomunal gracias a una Avenida El Dorado que se está metamorfoseando a Transmilenio. Gustavo le pidió al taxista que bajara la música del radio, marcó en su celular el número de Juanita; a ella le pareció que podían correr la cita en 1 hora. A Gustavo le quedaba esa hora y 30 largos minutos para salir de aquella serpenteante culebra de carros, buses y motos. Aburrido y cansado de una música popular ensordecedora, cuando pasaba por la portería de la Universidad Nacional, decidió, sin pensarlo, abandonar el taxi. Su decisión no premeditada lo llevaría a vivir una tormenta de emociones entremezclada con mil recuerdos:

No fue sino subir el primer escalón del puente peatonal sobre la Avenida El Dorado cuando sus recuerdos empezaron a revivir insistentemente. Las muchas arengas grafiteadas de un socialismo paupérrimo lo devolvieron inmediatamente 4 o 5 años atrás. Muy seguramente, para esa época, a Gustavo se le revolvían en la cabeza integrales de límites definidos, matrices vectoriales de estructuras y una que otra fantasía recreada con los trabajos de sus estudiantes de artes que estaba asesorando. Ahora, se preocupaba en cómo ser feliz buscando una tranquilidad económica, social, familiar y afectiva…

Se reía calladamente cuando recordó cómo alcanzó a participar en algunas manifestaciones de “igualdad y libertad social”, cómo con algunos gestos –no vayan a creer que alguna vez echó piedra o pregonó a grito herido consignas absurdas- repudió una supuesta maquinaria política y un supuesto sistema capitalista irracional excluyente, cómo buscó un aire de irreverente aprovechando esta situación frente a su familia…

Se reía cuando recordó a muchos de sus compañeros que sí estaban metidos en cuentos de una más que alegórica beligerancia y que ahora en sus facebooks tienen fotos rimbombantes de sus carros, de sus viajes, de su familia en el apartamento nuevo, de la celebración en un bar cuco…

Se seguía riendo cuando al pasar por su facultad se encontró con un gigante edificio de corte contemporáneo con un gran título en letras plateadas, completamente limpio: EDIFICIO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA LUIS CARLOS SARMIENTO ANGULO y más aún cuando en la plaza de al frente se encontró con un grupo de estudiantes tomando Coca Cola, fumando Marlboro y hablando de Star Trek…

No es que Gustavo se haya reído de cómo cambian los tiempos, sino de la ironía que los ha siempre acompañado.

Cuando ya salía de la Universidad, decide llevar el paso de una pareja de estudiantes para chismosear su conversación: Puta, mis viejos no tienen un peso para pagar los 200.000 pesos de la matrícula, me va a tocar aplazar el semestre. Su pensamiento se desvió y absurdamente empezó a sacar las cuentas de todo lo que podía costar lo que en ese momento llevaba en ropa y enceres: podía casi pagarle la carrera a ese tipo. Gustavo aceleró el paso porque ya eran casi las 5 de la tarde y le esperaba la cita pospuesta donde podía hacerse a una muy buena plata.

Salió de la Universidad Nacional y dándole la espalda le quedó en la cabeza la idea de que todos somos parte del sistema… Pasaron solo unos cuantos segundos y soltó una carcajada descomunal cuando se preguntó a cuál sistema será.

Notas al Pie

-- En honor y gesto de agradecimiento a mis queridos lectores: Sr. Akira, es cierto, puede estar de lo más cercano a la realidad, quisiera acompañar a Charles Francis Xavier en sus lecturas mentales "ubicuadas" de gente normal en un café para ver cuántas historias cómicamente se entrelazan, mil gracias por tus siempre deseados elogios. Sr. Sixpence, bueno, espero poder dar más, seguiré paseando por ahí con el ánimo de proveerlos (espero) de buenas historias. Sr. Lemon, sí, la frase quería que entrelazara las historias aunque los lugares de Bogotá son un escenario casi sin cambio para éstas; espero que la próxima vez te gusten mis letras. Sr. Joker, como siempre todo un honor tus inesperados comentarios y que dicha poder conocer aquellas historias y develar tus dudas. Sr. Dark, bueno esa era la idea, hacer un buen sancocho, la próxima vez espero que con otros ingredientes te relamas. Mi queridísimo Sr. Potter, me encantó eso de la faceta fértil, algo extraño en mí está pasando y creo que mi estilo asumido (que es una cadencia dodecafónica palabral entre historia, narración y cuento) se me ha adherido de tal forma y he tenido tan buena recepción por parte de ustedes, que espero seguir deleitando; lástima que mi tiempo se ha acortado más porque mis letras están felizmente jugando a las escondidas… Sr. Tnf25, me alegro tanto que le haya gustado tanto. Sr. D. mil gracias por tu extraordinario; gracias también por valorar el trabajo gráfico que eso era lo que quería, transportar al lector escogiendo de pronto un papel personificándolo. Mi Sr. Milo, animal grande al que le siento los pasos es a Depeche Mode no? Sr. Monchis, si, ciudad mágica de andares pasados por drama, suspenso, romanticismo. Sr. Jako, gracias por sentir algo que siempre me preocupo por generar: intriga. Mi Sr. Alejandrojohn40, como siempre tus elogios sonrojan, me alegro que valores de tal forma mis palabras; qué mejor premio mayor que contar con comentarios como los tuyos en los que no sólo se exaltas las letras sino te vas a un análisis sentipasioromancesco sabroso. Sr. George, qué buena descripción “En sentido de lo irreal visto en la realidad” excelente; gracias por fijarte en el título, con lo que en primer lugar quiero crear la intriga de la que habla el Sr. Jako. A todos mil y mil gracias, una venia tan pronunciada que casi les beso los pies.

- Me pregunto qué tendrán los finales de Mayo y todos los Junios para que sean tan chéveres. Me llenan siempre tanto de INTERÉS.