jueves, abril 03, 2008

Árbol Caido

Ayer me dí cuenta que la felicidad no está en una relación de pareja. Casualmente, cuando iba hacia mi oficina, me tocó cambiarme de buseta porque al querido conductor no se le antojo ir hasta el confín del norte de Bogotá donde paso interminables horas sentado frente a un computador. En un principio tuve una sensación completamente desagradable de la nueva buseta en la que me subí, pero luego de algunas cuadras arribó de repente una cantadora de corridos carrileros que me hizo aparecer más de una sonrisa en mi triste cara que ya no recordaba qué era eso de sonreir.

Era una viejita de uno 70 años, típica campesina desplazada que vio en Bogotá una ventana para un nuevo futuro… (aún no entiendo cómo los campesino creen que pueden contar con Bogotá para empezar una nueva vida; no entiendo aún a la gente del campo que intenta ser parte del mare mágnum de la ciudad siendo que algunos citadinos ven su futuro en el campo.)

Creo que lo que primero hizo al subir fue soltar una carcajada inocente y saludar a su público, al que ella llama su querido jurado. Vengo a cantarle unos corriditos, unas cancioncitas de carrilera, de mi tierra con mucho cariño para mi querido jurado! Se acomoda apoyando su espalda en una de las sillas y abriendo un poco las piernas para lograr algo de estabilidad; coge con una seguridad y habilidad sorprendente su guitarra y empieza con sus manos gastadas y sus uñas negras a tocar; su voz ya casi cortada por arduas años de lucha, pero con un deje de ternura encantador, entona una canción de carrilera que nunca en la vida hubiera yo disfrutado oír. Aplausos en todo el bus y sorprendentemente hasta del conductor quien empieza a gritar otra, otra, otra! Ella con una sonrisa de oreja a oreja agradece a todo su jurado y da a entender de su felicidad al mundo con silenciosos comentarios que posiblemente sólo ella entiende. No para de reír mientras recoge la limosna y comienza a anunciar su segundo corrido; para mi querido juradito ahí les va su segundo corridito! Ta ra ra ra ra ra árbol caido… Realmente solo me acuerdo de esto porque estaba completamente concentrado y ensimismado con la felicidad que irradiaba la viejita.

Acabó, nuevamente aplausos y me encantó lo que gritó el conductor mientras esquivaba uno de los cráteres de las calles capitalinas: me hizo hasta llorar sumercé! Entre sonrisas y despedidas la viejita baja del bus agarrando suavemente su guitarra y dejando en todos los que viajábamos una sonrisa única y una sensación de felicidad inmaterial y extra corporal que, en mi caso, siempre recordaré.

Miraba a todos los que estaban a mi alrededor y creo que pensaban en que tan fácil se puede ser feliz sin tener nada ni depender de nada. La viejita me regaló a cambio de una moneda de 200 una moraleja perpetua: no necesito a nadie para ser feliz; no necesito a una pareja para encontrar una felicidad interior que haga en mí aparecer sonrisas; no se necesita todo el dinero del mundo para hacer que otros sean felices con mi felicidad. Sólo espero acordarme de la viejita con su sombrero tejido y su vestido verde sandía cuando caiga en las crisis usuales al recordar mi tormentoso pasado sentimental.

3 comentarios:

JP dijo...

Es verdad...

Tanta felicidad a partir de "tan poco".

Eso lo aprendi yo muchos años atrás...cuando tenia una vaga idea de lo que era internet.

Y casualmente esa felicidad, la que no depende de mayores cosas...es la que mas te llena el alma y mas te ahce agradecer a la vida...cuanto hay de cierto en ello!

Si algo he aprendido en este mundillo es que uno debe hacerse a la idea de que no está incompleto, de que es un ser entero y como tal puede y debe hacer su felicidad de la forma que le antoje tratando de no dañar a los demás.

Ir a cine solo?... medio mundo se orina del tedio...a mi me fascina... que es mas rico cuando vas con otra persona?... ok, no lo discuto, pero y???...me voy a perder la película por la "mamera"... muy Güevón sería si es asi...no?

Monchis dijo...

La felicidad es un estado mental que no depende de las influencias exteriores.

Somos tan felices o tan infelices como deseamos ser y ninguna cosa externa debería cambiar esa percepción.

Saludos,

alejandrojohn40 dijo...

Te dedico un Post, por todo lo que nos da la vida, por un instante que recordamos para siempre y que muy felices podemos ser,

Abrazote