Llegué a Paraty hace ya 3 días y no me ha dejado de impresionar. Villa de Leyva o los otros pueblos coloniales de mi querida Colombia, no tienen que envidiarle nada a este pequeno pueblo rivereno fuera de sus hermosas playas y paisajes sobrenaturales.
El primer tour que hice fue por las muchas islas y playas cercanas al pueblo. Desde el hostal salimos en un barco pequeno por el Río Perequê Açu y poco a poco nos fuimos adentrando a la bahía de Ilha Grande; un paraje de ensueno. Sus tantas islas, islotes, playas, selvas y aguas cristalinas azulverdosas me hicieron sentir que era un momento tan especial el que estaba viviendo que hasta unas cuantas lágrimas impredecibles salieron lentamente de mis asombrados ojos. Desde el techo de ese pequeno barco agradecí (no se a quién o a qué) estar viviendo eso. Las islas Duas Irmãs, Bexiga, Rasa, du Mantimiento, Comprida, Catimbau crean el paisaje más paradisiaco. Quice nadar y caretear para descubrir qué escondían sus profunidades; lo intenté, pero desafortunadamente, como es invierno, el agua es algo fría. Pude ver algunos peces y corales pero me quedo con sus hermosos paisajes.
Al día siguiente y luego de que mis acompanantes de travesía brasileros Thiago, Renata, André y Paulina (con los que nuevamente las senas y la mímica pudieron más que el espanol y el portugués) me recomendaron ir a Trindade, partí en un bus intermunicipal a ese punto desconocido. Llegué y tampoco podía creer lo que la naturaleza estaba ofreciendo. La primera playa que recorrí, Praia dos Ranchos, es algo absolutamente único. Un mar enfurecido es acompanado por rocas gigantes y por la arena más suave que jamás había pisado. El conjunto que crean es simplemente espectacular. Es algo que alimenta los mundos de inconciencia y fantasía.
Quice salir de la fascinación del lugar almorzando, para sentir que aún era humano y que estaba en la Tierra. Me comí un suculento piexe (pez frito) para poder seguir caminando por las otras playas.
Estando en la Praia de Meio, me encontré con las otras acompanantes de mi travesía por la bahía, las irlandesas Sarah, Emily y Ailen. Ellas, también muy queridas, me acompanaron a seguir conociendo. A pesar de las evidentes diferencias entre Irlanda y Colombia por todos los reprochables entrenamientos que mercenarios irlandeses brindaron a las FARC, en ese momento eramos comunes y amigos para todo lo que nos ofrecía la naturaleza.
Caminamos juntos y felices por estrechos caminos selváticos para encontrar pequenas playas y ensenadas donde se forman preciosas piscinas naturales de aguas azules y muy tranquilas. Se llega a un estado de anonadamiento que las palabras se quedan cortas.
Concluí con todo lo que he conocido en Paraty que el cielo existe en la Tierra gracias a la Madre Naturaleza que con su poderosa mano ha creado éstas y mil maravillas más en el Mundo. No me queda mas que agradecerle en el alma.
Notas al pie
- Gracias a todos por sus comentarios. Me alegro que me acompanen en mi aventura. No he podido leer sus blogs porque acá el ainternet es carísimo. Cuando pueda les muestro más foticos.
3 comentarios:
Hola Tavo,
Esperamos las fotos,
Saludos,
De una tiempo a la fecha he creido que el cielo esta mas cerca del mar de lo que de verdad creemos..por algo en la distancia parece que se unen.
Bueno, al menos no estás respirando exosto y eso ya es descansar.
Un abrazote.
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