Les cuento que no me quedé mucho tiempo en Paraguay porque no le ofrece muchas cosas al turista. Me ecnontré en Asunción con mi amigo y decidimos continuar a Bolivia.
Luego de superar una frontera con caminos que son algo menos que trochas, por desiertos y paisajes algo hostiles, llegamos a la fría La Paz. Como toda gran ciudad en desarrollo, el caos es más que evidente, pero tiene muchos parajes escondidos que la vuelven sorprendente para cualquier extranjero. A mí me impactó particularmente el Mercado de Hechicería donde los chamanes (me perdonarán los bolivianos si uso mal el término) leen la coca, venden amuletos, preparan brebajes y un sin fin de cosas que van más allá de lo supuestamente terrenal. Coincidió mi visita con una fecha muy especial, la de la Pacha Mama, donde los indígenas hacen ofrendas para pedir bondades. Me encantó que gran cantidad de paceños se volcaron a este mercado para conseguir todos los elementos necesarios para sus ofrendas que debían estar listas a media noche del 1 de Agosto; mantienen ese legado indígena de tradiciones espirituales profundas, cosa que la mayoría de los colombianos hemos perdido completamente... Confieso que me impresionó que uno de los amuletos de la suerte para esa noche son los fetos de llamas disecados, son algo repugnantes...
Estando en La Paz hicimos un tour a las ruinas de los Tiwanaku, cultura milenaria, creo que los Aimaras y de los Incas fueron sus descendientes . El contraste entre un paisaje desértico y las pocas señales de una cultura avanzada en ingeniería, astronomía, agricultura y otras artes, es único. Lastimosamente, los pocos vestigios de esta cultura ancestral, que nos permiten conocer todo lo que perdimos por causa de los insaciables conquistadores, se encuentran en muy mal estado. No sé por qué no le han dado importancia relevante a semejante legado de la humanidad (uno se pregunta, dónde estarán las entidades nacionales de cultura, de patrimonio, de arqueología y las universidades, peleando con Evo? Y las entidades internacionales como la UNESCO?).
De La Paz fuimos a el Lago Titicaca. Impresionante. El contraste entre las montañas desérticas, las cumbres nevadas de los Andes, el azul profundo del lago y toda la gama de colores del cielo, es mágico. Desde un pequeño puerto, curiosamente llamado Copacabana, tomamos un bote hacia la Isla del Sol, lugar sagrado de los Incas. Al llegar y al escalar los muchos peldaños del camino del inca, el paisaje nuevamente deja a cualquiera con la boca abierta. Fue un lugar sagrado para los Incas y es un lugar sagrado para la humanidad, por todo lo que simultáneamente ofrece la Madre Naturaleza. Dejamos nuestras maletas en un pequeño hostal a casi 4000 metros sobre el nivel del mar y partimos en compañía de Sara, viajera solitaria del País Vasco, a recorrer la isla y encontrar las ruinas que en el mapa de Lonely Planet, creíamos cercanas.
Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando salimos del hostal y no sé por qué nos dejamos embrujar por la isla y no llevamos el equipo suficiente para una larga caminata. Luego de tres horas de camino, con nada de agua y con mucho frío, perdimos la noción de todo con un atardecer único. Nunca antes había visto tantos colores en el cielo y todos sus reflejos en la tierra y en el agua. Fue un momento mas que espiritual. Sabía que estaba pasando por uno de esos momentos únicos de la vida. Quedamos tan sorprendidos que olvidamos que teníamos que caminar otras 4 horas de regreso para llegar al hostal. No sé qué pensamos o qué creímos para dejar a un lado semejante caminata de vuelta sin nada de provisiones y con una posible oscuridad absoluta... Sabíamos que cerca había un pequeño puerto donde posiblemente un bote nos llevaría hasta el otro puerto donde estaba el hostal. Al llegar a éste (con la ayuda de la luz de nuestras cámaras) nos dijeron que ya no había botes. Nos mirábamos y reíamos, pero era tal nuestra felicidad y emoción que no nos importó nada. Teníamos dos posibilidades, quedarnos y pagar otro hostal ó tomar el camino de vuelta si conseguíamos una linterna. Recargamos energías con una buena comida y unas cuantas cervezas mientras el hijo de la cocinera nos buscaba la linterna en todo el pueblo. La expectativa aumentaba segundo a segundo esperando al niño, pero luego de un rato llego con una pero sin pilas... Seguíamos riendo pero ya no sabíamos si era de nervios o emoción. Vimos que en la mesa de al lado dos italianas, que hacía poco tiempo nos las encontramos en el camino, tenían una linterna pequeña. Con un juego de cartas resolvimos quién iba a pedírsela prestada: yo. Como buen comadrero las convencí en el preciso momento en el que el niño entraba corriendo y gritando que había conseguido las pilas para la otra linterna.
Compramos algunas provisiones como agua, galletas y chocolates para el camino y empezamos la travesía de vuelta acompañados de una luna creciente divina y un cielo como nunca estrellado con discretas estrellas fugaces. Les confieso, yo me revolvía entre la emoción y los nervios... Acordamos contar historia mientras caminábamos para intentar que el camino fuera menos tormentoso. Las historias terminaron con cuentos de terror... Algunos de éstos hicieron confundir arbustos y piedras con viejas locas y muertos vivientes.
Nos perdimos, dimos varias vueltas, creo que amplié el umbral de mis sustos, emociones y esperanzas. Casi hallé el límite emocional y físico de mi cuerpo. Mis labios estaban casi secos y partidos, mis manos congeladas y mis esperanzas al borde del colapso cuando encontramos el camino por el que antes habíamos llegado. Casi grito cuando ví el camino, que demarcado con piedras a lado y lado, nos llevaba seguramente hasta el hostal. Llegamos a las doce de la noche al hostal y celebramos con un poco de caña (licor de Paraguay) que mi amigo llevaba de regalo, pero que para el final feliz de esta aventura, valía la pena empezarlo.
Me siento mas que feliz por haber pasado por esta aventura. La Isla del Sol recargó completamente mis energías y sanó todas mis heridas. Cambié con ella mis dolores, miedos y tristezas por mil esperanzas y buenas energías.
Notas al Pie
- Perdónenme la desaparición forzada pero mi cabeza estaba en el viaje y casi no tuve tiempo ni de escribir. Ya lluegué a casa y desde acá espero actualizarlos con algunas curiosidades de mi viaje. Me gustaría saber (para no aburrirlos) qué tipo de fotos quieren que publique, qué les gustaría ver. Me encantaría regalarles a mis lectores fotos que puedan gustarles.
- Mil gracias a los Srs. Monchis y Milo por seguir mis aventuras. Tnf25 tiene toda la razón, el cielo está cerca del mar y en este caso, también del Lago Titicaca. Y al Sr. Joker pues le cuento que no comí garoto, ni paraguayo, ni boliviano, ni argentino; el viaje no me dió tiempo para llegar a "compenetrarme" con alguien para que la magia de tener sexo se huviera dado.
- En los pocos blogs que he podido leer, me he dado cuenta que están planeando parranda blogera. Me uno a la causa y apoyo la idea del Sr. Joker de que sea en Plataforma! Espero que me inviten!
5 comentarios:
Menino, quanta saudade!!!
Hola Tavo,
Maravillosas fotos y espléndida aventura... de ese tipo de cosas es que se compone la vida, y como decimos los Paisas "A uno nadie le quita lo bailado".
Saludos,
Hola sumerce que gusto verlo por estos lares! Me alegro que tu viaje haya sido productivo y que vengas para contarnos tus chocoaventuras. En cuanto al guateque pendiente, ya te avisaré con tiempo porque como entré a trabajar ahora mis dias y mis noches con mas cortos.
Abrazos
Quike micifous
Que bonito relato y las fotos ni se digan están de sueño… viajes como esos son los que algún día me gustaría realizar.
Muchas gracias por tu comentario en tu blog, estaré de visita mas frecuentemente.
Un abrazo
Que fotos hermano! gracias por sus amables comentarios en mi bló, siempre serán recibidos por esos lados :D
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