martes, abril 07, 2009

La Séptima de música y sexo

- ¿Entonces qué, en dónde nos vemos? ¿o tampoco hoy nos vamos a ver? ¡Increíble que tengamos que estar viajando para que nos encontremos!

Hacía más de 6 meses que Federico y Juan Carlos no se encontraban. Ambos viven en Bogotá pero por sus múltiples ocupaciones, rara vez se hablan y muy de vez en cuando se ven. Las casualidades los han juntado en despedidas de viejos amigos, en matrimonios farsantes, en rumbas imprevistas y en viajes inesperados. La última vez, se encontraron en una esquina de Palermo Soho en Buenos Aires, cuando uno buscaba un restaurante vegetariano y el otro, no encontraba la dirección de un sauna gay. Luego de varios abrazos, de intrigas resueltas y de muchas risas, adivinen para dónde se fueron juntos.

Esta vez sí se encontraron en Bogotá; decidieron caminar por toda la Séptima, desde el parque de los hippies hasta un pequeño restaurante vegetariano que hace poco abrieron en la Calle 43. El ruido de la gran congestión de carros, de las miles de melodías de los muchos bares y locales que se ofrecen como putas libertinas en sus dos costados –que como aquellas son de una variedad tan divertida ya que se puede oír desde un tango arrabalero, un son cubano, una balada despechante, un trans folclórico o un vallenato cantado con acento rolo-, el taconeo de las niñas universitarias que se creen bien vestidas y el algo confuso dialecto de punks deprimentes, los acompañaron mientras rememoraban sus escasas anécdotas juntas.

- ¿Oye Juan y tu qué, con quién andas saliendo?
- Con nadie, como siempre, con nadie; ¿y tú?
- Andaba disque saliendo, con un man que me atraía mucho, me divertía y me acompañaba, pero pues tu sabes que estoy en la onda cero compromiso.
- Uy si, después de todo lo que me contaste, como tenaz.
- Pues sí y no, pero para qué buscar un compromiso?
- Entonces quiere decir que esta noche es de hombres uju!
- Pues no sé, no ando saliendo a sitios, estoy jarto de ese ambiente…
- Ay Fede, no seas tan aburrido ala, vamos a no sé… A Lottus!
- No mijo, que jartera, a ver las mismas en lo mismo.
- Eh, pero cómo te han pegado los años.
- Tampoco, tampoco. Tengo ganas como de chochales, vamos y nos reímos un rato?

Empezaron su recorrido por la gran zona gay chapineruna, donde se consiguen sitios de todos los estratos, cualidad sonoras y disponibilidad de carnes. Ambos hacía mucho tiempo que no hacían el tour chochales y en cada uno de los pasos (como un vía crucis, ya que estamos en eso de la semana mayor) recordaban sus tempranas aventuras gay acompañados de la mano de Cristian, mejor amigo de ambos que lastimosamente ya no está.

Ya cansados terminaron en una disco donde pudieron bajar los niveles de alcohol bailando una que otra canción de moda en un repertorio crossover más que obvio. Se sentaron porque se sentían más que observados por todo el mundo, posiblemente porque su especie no pertenecía a esa familia o simplemente por las carcajadas que pegaban casi sin sentido. El sofá largo era el lugar de reposo de la fauna más variada…

- Fede mira, mira, ese tipo está una delicia y parece que nos está mirando.
- ¿Cuál, el que está con esa vieja como churra?
- Si, si…
- No tienen cara de maricas, ni pinta de este sitio…

En esas, la vieja se para y les dice con acento costeño, Aja dos parejas solas, de buen ambiente, no sería mejor armar un buen combo? Y pues sin pensarlo, Juan se paró y se sentó al lado del que ya suponíamos, costeño. Luego de las debidas presentaciones, todos se dieron cuenta que voluntariamente estaban en el lugar equivocado.

- Bueno, Juan y yo tenemos la excusa de sar gays y de estar en tour de chochales. Pero ustedes?
- A pues un amigo nos recomendó este sitio para bailar.

Juan y Fede se miraron con cara de AJA.

Luego de unas cuentas palabras y mucho más alcohol, los cuatro se pararon a seguir riendo y bailando canciones que usualmente repelían. No fueron necesarios más de tres “coqueteos” de otros lugareños para que Manu (el costeño) pasara suavemente todo su brazo por la espalda de Federico y empezara a marcar su territorio. Juan, obviamente le hizo cara a su amigo de ERA MÍO.

- Usted está bailando solo conmigo churro rolito.

Federico quedó choqueado y confirmó que los costeños no solo querían bailar, o bueno por lo menos Manu. Ya declarado heteroabierto frente a los ojos de Juan y Federico, los besos no se hicieron esperar, las manos traviesas tampoco. Federico, que usualmente no aceptaba besos y caricias de una noche (mucho menos sexo), se dejó llevar por la corriente por el solo hecho de saber que lo estaba haciendo con un heteroabierto que secretamente le confesó que era uno de los pocos hombres que había besado en la vida. Le arrechaba mucho pensar en que había tentado y provocado a un heteroabierto, de tal forma que le asustaba pensar dónde iba a terminar todo.

La compañera de Manu y Juan, se sentaron y siguieron riéndose de todo el mundo y discretamente les dieron espacio a sus amigos para jugar con sus instintos carnales.

Media hora más tarde estaban dejando a la amiga de Manu, y en un taxi lleno de sopor, se dirigían al apartamento de él a ver qué pasaba. Federico le dijo a Juan que lo acompañara, que no lo dejara solo, que él no solía hacer eso, y Juan no paraba de decir que aprovechara, que qué delicia de tipo y más sabiendo que tenía sus dudas.

Entre los muchos besos Juan desapareció, y Federico y Manu quedaron completamente solos con todo su morbo. Federico le encantaba lo macho que era Manu y se dejó llevar hasta el punto en el que le dijo que lo quería penetrar. Federico dijo que no, que si quería penetración, él era el que penetraba. Manu se sintió algo intimidado y más cuando supuestamente era la primera vez que estaba con otro tipo. Sin decir nada, Federico empezó a jugar con su mano y lentamente todo estaba concentrado en ese punto donde supuestamente la hombría se ve cuestionada. Manu cogía fuertemente la mano de Federico, pero éste no le importaba y hasta con movimientos muy bruscos y fuertes, seguía intentando. Mas pudo el calor del momento y Manu cedió, Federico pasó de las manos a lengua y luego a provocarlo con la entrada de su grandiosa punta. Manu boca abajo miraba de reojo a Federico, no decía nada, pero se le notaba lo confundido que estaba. Federico sin pensarlo se la metió toda de una y Manu solo pudo resistirla y gritar porque se debatía en estar completamente extasiado y subyugado.

Al terminar, Manu le dijo a Federico que se quedara, pero él, que finalmente había probado lo que era sexo de una noche, no podía más que partir. Mientras Manu se limpiaba en el baño, Federico se acercó lentamente a un corcho donde había muchas fotografías. Manu estaba en casi todas, con una vieja, abrazados, besándose; había cartas, notas cursis y pendejas; corazones y postales… Cogió rápidamente su celular, le sacó de la billetera la tarjeta de presentación que le había regalado y sin que Manu se diera cuenta, salió del edificio.

Frente a la entrada del edificio, sobre la séptima con Calle 50, pasó fuertemente sus manos por la cara, se acomodó el pelo y siguiendo los acordes de una canción neofunk de un bar cercano -que casualmente era uno de sus sitios favoritos cuando estaba en la universidad-, entró y quiso olvidar todo con una ginebra más que pura.

10 comentarios:

Sixpence Notthewiser dijo...

Fantastico tu relato de musica, amistad y ... aexo sin compromisos? Es algo con lo que nos identificamos todos (unos mas que otros, claro) pero que no nos atrevemos a decir. No vaya a ser que quedemos como esos bares... con fama de 'abiertos' y 'a lo que sea'...
XOXO

JP dijo...

Ya te habia dicho lo bien que te quedan los relatos no?

Este estuvo de pelos... Genial!!!!

Iras al encuentro con Monchis mañana miercoles?

Abrazos

/ dijo...

Me gustó mucho. Una historia interesante, con personajes ricos y bien delineados, absolutamente creíbles.

BESOS

Milo Gasa dijo...

Weno, debo admitir que me siento algo confundido, pero sólo por pensar que la historia de amor de cinco minutos se diluye entre las piernas de alguien que busca a otro para no venirse solo. Me gustó, pero me dejó un signo de interrogación enorme en la cabeza.

Un abrazote.

hpereyraf dijo...

Uhmmm me pregunto si la imaginacion da para tanto o es hay algo d verdad en este relato ... tienes q decirme.

alejandrojohn40 dijo...

Bueno y Ajá,
¿que le pasó a Christian?.

Y Juan Carlos ¿por qué, desapareció?

Muy berraco Federico apostarle a hacer gritar a un costeño; como dicen por ahí:

¡Con la vara que mides, sereis medido!, ¡Ja!

muy BUEN RELATO.

P.D. No entendí lo de la ¨ginebra más que pura¨, ¿desinfección?.

Potter dijo...

Un muy buen cuento Sr. Puntila (con todo y superlativo).
Es tan grato verle de regreso, escribiendo seguido y no esos infames meses en que nos tenía en vilo, si, a sus seguidores.
Ahora bien, la historia es muy solida, con personajes muy definidos y con un desenlace impecable, pero con el final he quedado tan satisfecho, y me pareció inspirador la retirada de la tarjeta.
Ccuando le leo (y re-leo flores muertas, tragos vivos) me doy cuenta que tengo tanto que aprender de tan buenos escritores. Es una inspiración total!.

jako dijo...

que buena historia, con el detalle suficiente para dejar volar más la imaginación.

un abrazo.

Monchis dijo...

Hola Tavo,

Muy buena historia... me gustó mucho la puntada final de la ginebra mas que pura.

Saludos,

Anónimo dijo...

Tus relatos son como un manga... dejan la historia con cabos sueltos para atarlos donde el lector quiera... y de esto si que hay poco.

Saludos!!!