Me encanta cuando mi tía Cecilia llega de Cali y todo el mundo corre para arreglar el hotel, el restaurante, el almacén y hasta la casa. No entiendo realmente por qué, pero me encanta. Me encanta también ver a mi abuelo, gritando a diestra y siniestra, corriendo, hurgando para que todo esté perfecto para cuando ella llegue.
Me encanta cuando oigo gritos de noche; algunas veces vienen del hotel, otras del monte. Pienso por qué gritarán, por qué se quejarán… Yo grito cuando mi hermano me corretea, cuando me lleva en su carretilla por el camino empedrado esquivando a la gente blanca (que quién sabe de dónde vendrán y a qué), cuando estoy muy feliz... Quién sabrá por qué ellos gritarán...
Me encanta ver cuando la gente blanca llega casi colorada de estar todo el día en el río. Por la noche, cuando están comiendo en el restaurante, me rio despacito cuando se rascan y se tocan sus espaldas completamente coloradas. Creo que les duele, pero me da risa porque a mi si no me pasa.
Me encanta cuando alguien muere en el caserío porque todos se reúnen, no pelean, no gritan… Solo entre dientes dicen cosas que creo que ni entienden, y que repiten y repiten y repiten intentando que el muertito también llegue a repetirlas.
Me encanta cuando veo en la televisión gente bailar porque me acuerdo cuando mi tía me llevó el año pasado a la feria, disque que para que conociera a mi mamá que ahora se dedicaba al baile. Yo la ví desde lejos y recuerdo que mi tía me agarraba duro de la mano diciéndome pasitico A ti si no te va a gustar eso de bailar frente a toda esta gente. Yo la miraba y veía sus ojos como llorosos, pero no le decía nada porque me encantó ver cómo brillaban todos los trajes de los bailarines, cómo movían los pies tan rápido, cómo algunos de ellos hasta volaban por los aires.
Me encanta cuando me toman fotos la gente blanca porque luego les pido que me dejen ver en ese cuadrito chiquitico. Me encanta saber que me llevan ahí guardada en sus cámaras.
Me encanta encontrar piedritas rojas en el río porque me acuerdo cuando ese señor de piel blanca me contó que eran libélulas de esas azules que por haber tenido tantos hijos se convertían en piedras para poder descansar. Yo guardo las piedritas en una caja cuadrada que una vez un niño de pelo mono dejó caer por el camino, para que las libélulas estén más tranquilas y secas. Yo no voy a tener tantos hijos porque no quiero estar en el río siempre empapada.
Me encanta ser la primera de todos los niños en ir a limpiar las habitaciones cuando la gente blanca se va, porque encuentro cosas tan raras pero a veces tan bonitas que me hacen pensar que la gente que viene no vive cerca al río, no come pescado y no encuentra frutas tan ricas en la selva.
9 comentarios:
Gustavo
Y a mi me encanta tu regreso. Vaya que nos tenías abandonados.
Las fotos son geniales; y tu estupendo relato, el mejor "retrato letrado" de esas imágenes.
Un abrazo fuerte
Me encanta cuando mi papá me dice alegremente oye… nos vamos a la reserva. Y yo preparo unas de esas cosas que usan los nadadores como aletas para los pies pero de cartón, que siempre ese me daña.
Me encanta saber que voy a ir allá por qué podré quitarme los zapatos y caminar descalzo saltando de piedra en piedra. Me encanta ver a mi papá saltar desde la piedra grandota.
Me encanta viajar en una moto sobre el caminito del tren, me emociona ver a mi papá sonreír y decirle a mi mamá: ¿acaso esto no es un paraíso? Me encanta sentir el olor de la cremita que mi mamá me pone sobre mis hombros blancos que al final siempre terminan rojitos.
Siempre me pregunto porque los negritos llegan primero que nosotros, pero no entiendo por qué no se están bañando todos en el rio. Me encantan los pájaros extraños que hacen nidos enormes y colgantes en los arboles, me encantan los inflables de grandes carros, y ahora que vaya voy a pedir el más grande!
Me encanta ver contenta a mi mamá, por qué es en el único lugar donde como pescado, y es que me encanta su sabor es tan distinto, que solo ahí me gusta.
Me encantan las caras de los negritos, pues su piel oscura hacer ver su dientes más blancos. Espero poder encontrar la caja cuadrada que se me cayó un día, pues me hace falta para guardar mi hombre araña.
Me encanta ir a ese lugar, porque siempre se nos olvida algo en el hotel y donde con tan solo unas cuantas noches regreso con muchas sonrisas, grandes fotos y los hombros siempre rosaditos.
Mi Gus...
Cómo extrañaba tus letras!!
¿Sabes qué?
Me encantó...
Que te alegraras tanto en tu ausencia.
Que explicaras sobre el origen de las piedritas rojas en el río.
Que te conmovieras con las lágrimas ajenas en una pista de baile donde seguro eras de los que volabas por los aires.
Que te ocuparas de ofrecer un cafecito con tu amabilidad y cortesía bogotanas a ese abuelo que se desvivía por preparar la bienvenida a la tía Cecilia...
... porque por acá he tejido unas cómodas pantuflas para que descanses tus pies y te preparé un cafecito con ron para que te calientes el cuerpo.
Porque estoy segura que el corazón lo tienes sonreido y calentito!:D
Te estrañada bastante... regresaste con un relato muy fresco e inspirador.
Saludos,
me encanta que vulvas, me encanta leerte….
Don Tavito
Me gusta mucho que anclas la imagen fotográfica con el texto, es un plus bastante interesante, le da dinamismo al asunto.
Saludos
Aunque llevo mucho tiempo lejano de este barullo blogger, me sorprendio gratamente tu regreso, me gusto la historia por inesperada, porque s eme construyo en la mente a medida que la leia, muy bonito relato. No te pierdas tanto tiempo, se te hecha en falta.
No se cómo expresar la sorpresa después de leer, en el titulo y en el cuerpo del post que tu inspiración se resume con las mismas dos palabras que mas presencia hacen en mi vida hace poco mas de 4 meses... Me encanta.
Tenía tanto tiempo de no venir por aquí y ahora que he regresado me has sorprendido con un excelente relato.
Te djo un abrazo.
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