Por la pequeña ventana rectangular trasera del taxi, seguía las líneas oblicuas que los cables de la luz dibujaban en un cielo lleno de parches grises, blancos y azules. Sus manos estaban juntas gracias a los dedos que no podían estarse quietos en una sola posición. Su cabeza estaba más que confundida con los miles de pensamientos y recuerdos que se le cruzaban como pájaros sin rumbo en ese cielo parchudo con el que buscaba únicamente distraerse.
Puso un pie en el suelo y al mismo tiempo metió su mano en la maleta negra para buscar la cajetilla de cigarrillos. El ademán de sacar un cigarro mientras ya tenía en su palma casi cerrada el encendedor con el que a los pocos segundos lo iba a prender, era ya más que un ritual autómata.
Sentía que su corazón latiendo era más fuerte que todo el bullicio de la gente esperando en la fría salida de los vuelos internacionales. Se acercó a la pantalla de los vuelos y notó que ya había llegado. Sacó el segundo cigarrillo antes de empezar a buscarlo a través de unos vidrios que mucho reflejaban y poco dejaban ver. Quiso estar escondido en medio de toda la gente. Quiso pasar desapercibido y mirar cómo todo funcionaba mientras él parecía desbaratarse de a pocos.
En la cajetilla ya solo quedaban 4 cigarrillos. El humo que lentamente salió de sus pulmones no se llevó la angustia y las pocas preocupaciones que lo embargaban. Solo fue una compañía sensata a sus risas calladas y solitarias mientras se empinaba para ver sobre las cabezas que ansiosamente se movían de un lado para el otro en un vaivén de desenfreno buscando posiblemente a seres queridos que hacía muchos abriles se habían ido y nuevamente pisaban tierras natales.
Los minutos ya no eran contados. Las vueltas en torno de sí incrementaban ese espiral de felicidad que brillaba ya hacía más de dos meses. La mirada que perdida se topaba con una silueta que suponía era la de él, no cesaba de crear espejismos que querían ser ya realidades.
Lo vió y por un corredor desapareció. Angustiado intentó buscar por dónde se había ido, pero el leve rasgo que dejó no quiso contestar ni responder nada. Pensó que él tenía que saber seguir todo el humo angustiado para encontrarlo casi desilusionado en un mar de gente que buscaba ese alguien que quería ser rescatado. Pensó que no había por qué preocuparse y en ese momento lo vió salir por el mismo corredor por el que supuso se había perdido. Emocionado se escondió detrás de alguien y cuando sus ojos buscaban incesantemente, se lanzó, lo abrazó y le disparó un “hola mi amor”.
14 comentarios:
Que bonita se torna la ilusión cuando esperamos con emoción a esa persona que tanto se quiere, indiscutiblemente lo mejor es tenerlo en los brazos y sentir la calidez de de su humanidad.
un saludo muy especial
Ay mi querido Gustavo
Has descrito bien esa agitación; ese cosquilleo que corre desde el esófago hasta el bajo vientre, en un ir y venir de emociones y sentimientos encontrados, que nos invaden cuando esperamos... al ser amado. Qué rico es sentir mariposas en el estómago, caray. Ningún beso, ningún abrazo saben mejor, que los que llegan para acallar (o encender aún más, según cada quien) esas ansias de la espera.
Un abrazo querido
Sr. Puntila:
A veces las historias tienen otro flanco... su historia me ha invitado a divagar un poco. He aquí el resultado:
Un disparatado barrullo de voces recorría todo el pasillo, la aglomeración interminable de personas en dos filas tan largas y zigzagueante como dos colosales ofidios en cortejo.
Él estaba atribulado por largo trecho que aún le faltaba recorrer, el itinerario indicaba que debían haberse encontrado hacia ya, tres cuartos de hora, empero seguía preso por sus tres verdugos: la ansiedad, la zozobra y la titánica fila.
Su mandíbula inferior se ceñía a la superior apretando la goma de mascar en un perenne movimiento que aminoraba su congoja, iba avanzando en una formalidad legal que se hacia casi insoportable.
Al llegar a la ventanilla de inmigración su musculo involuntario cardiaco latía con un ímpetu desmedido como el golpe de las patas de una caballada desbocada. Se aliñó un poco su ropa, ubicó su mejor sonrisa en el rostro y salió al recinto antesala de salida internacional; pasó por un corredor rápidamente y arregló unos detalles pendientes.
Luego dio una modesta mirada a su entorno y a la algarada de seres queridos que ansiaban abrazar a los recién llegados, no logró verlo por ningún lado.
Una creciente preocupación lo abrazó, pensó que él se había ido, que se había cansado de esperarlo, que se había volatizado en una bocanada de humo… caminó un poco mirando a todos lados y a ninguno, muchos rostros pasaban por su mirada, su respiración se acentuó, su andar se aceleró, dudó al cruzar por las salidas de izquierda y derecha, y tomó la derecha con titubeo, atravesó una cortina de humo angustioso y supo que detrás estaba él.
El corazón se detuvo cuando un saludo le espetó el alma, y solo atinó a abrazarlo fuertemente y sentir el olor de su cabello, para entonces un te quiero se había articulado desde lo más profundo de su ser.
Una linda historia...que me ha llevado de la mano por los recovecos de mi imaginación.
Gracias por eso.
Saludos.
Ja! Qué cobarde timidez...
... que no logra opacar las ganas de ser descubierto!!!
Bonita sonrisa la que me sacó con su relato, Sr Gustavo! Jajajajaja...
Un abrazote!!!
Fumando espero....
Es que los aeropuertos son escenarios perfectos para narrar la cúspide de los encuentros y desencuantros, de las nostalgias adelantadas del que parte y el que se queda, o la volátil imaginación de los amantes que fantasean escenas eróticas mientras revisan las pantallas de llegadas y salidas... y después, ese misticismo de volar de venir o dirigirse al aire, nos acaba de poner en estado de ensoñada ansiedad... que bien Gustavo!
La alegría de los encuentros es siempre inolvidable,
Saludos,
Sabes que me ha recordado tu narrativa? Enamorarme. Tiene ese mismo estado efervescente, casi indescriptible, delicado y siempre inefable.
Fantastico.
XOXO
Ay no! q stress! jajaja se q se siente jodidamente genial... pero y lo demas? lo q sigue? uhmmm no puedo evitar pensar en el todo. A mi las partes, las esperas ... los minutos no me sirven.
Bueno que mas que decir, son breves las situaciones, pero es la mano de los escritores quienes dibujan sobre la realidad en blanco y negro y la llenan de colores, tiene razon marichuy se transmite la emocion de forma magistral, felicitaciones.
Un gran abrazo amigo.
Una buena historia, y muy bien narrada. Acabo de llegar a tu blog y me ha gustado. Espero poder seguir leyendo... de momento echaré un vistazo para atrás. Un saludo y felicidades por tu blog.
Como dibujar recuerdos con el humo de un cigarrillo….me gusto mucho , me fui en un hilo de humo…que bueno estar de vuelta.
My Lord:
Acoplamiento lineal, entre tus divagaciones, las de tus lector@s, nuevos lectores y las del Sr. Potter.
A mi también me palpitó lo que sabemos, al recordar, cuando esperaba yo, ansioso el que llegaba, ahora faltará esperar a que esa apasionada escena, vuelva a suceder, vuelva y se haga realidad.
Lindo relato, con el aporte del Sr. Potter, a lo Ingrid (esta divagación te quedó P E R F E C T A).
Están perfeccionándose como los mejores literatos, genial, felicitaciones sinceras, un abrazote.
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